El Mirandés vuelve a estar en las páginas de los diarios deportivos españoles. El club de Miranda de Ebro, tras eliminar al Celta de Vigo y al Sevilla, hizo lo propio con el Villarreal para colarse en las semifinales de la Copa del Rey y soñar con la Supercopa de España igualando su inolvidable actuación del torneo de la 11/12, en el que, con la dificultad añadida de hacerlo dos veces, se metió entre los cuatro mejores equipos. El paso victorioso de los chicos de Andoni Iraola por el torneo del K.O., a pesar de haber repetido varias veces en la última década, sigue siendo una verdadera hazaña si se tienen en cuenta los recursos con los que cuenta.
Miranda de Ebro llegó tarde a este deporte, ya que no creó su primer club oficial, el Deportivo Mirandés, hasta 1917. En los años siguientes, el club jugó amistosos contra otros clubes de la provincia de Burgos y del cercano País Vasco, a menudo bajo el nombre de Sporting Club de Mirandés. En 1922 se disolvió y la ciudad tuvo que esperar hasta 1927 para que se formara el actual club, el Club Deportivo Mirandés.
Tras una temporada jugando en el Campo de Krone, el Mirandés se trasladó a un campo propiedad de la RENFE junto a la estación central de ferrocarril de Miranda de Ebro. Como era de esperar, el campo pasó a llamarse Campo de La Estación. El primer partido en La Estación se jugó el 26 de mayo de 1928.
Debido a la situación de la ciudad en el extremo noreste de la provincia, el club ingresó en la Federación Cántabra en mayo de 1934 y compitió en la Regional Preferente hasta el estallido de la Guerra Civil. Aunque se disputaron partidos amistosos, el club no se reformó hasta 1942. Pasaron otros dos años antes de que el club volviera a integrarse en una liga, esta vez en la Federación Guipuzcoana.
El club permaneció en La Estación hasta 1949, año en el que la compañía de ferrocarriles avisó y construyó viviendas para su personal en el lugar, tras lo cual el Ayuntamiento intervino y acondicionó un campo al sureste de la localidad, junto al río Ebro. El Campo Municipal de Anduva se inauguró oficialmente el 22 de enero de 1950 con un partido contra el CD Logroñés, aunque el club jugó su primer partido en Anduva el 22 de diciembre de 1948. El comportamiento de los guardias y policías españoles fue igualmente atroz.
Trataron a los refugiados como simples delincuentes y los trasladaron a Miranda de Ebro esposados. Se les exigía disciplina y obediencia incondicionales hacia las autoridades del campo. La más mínima rebeldía era castigada con palizas y aislamiento.
Y como muchos de los guardias españoles mostraban tendencias sádicas, no había que hacer mucho para ganárselo. Antoni Kępiński fue golpeado varias veces durante su estancia de dos años y medio en el campo: una vez por un motivo tan insignificante como asomarse a la cola de la comida. “Para liberarse de la apatía del cuerpo y del alma”, como dijo uno de los prisioneros de Miranda, Włodzimierz Dulniak, cada recluso polaco estaba obligado a participar en la gimnasia diaria.
En la primavera de 1942, con el permiso de las autoridades españolas, se puso en marcha la Federación Deportiva Polaca en Miranda de Ebro. Incluía cuatro clubes: “Krakus”, “Kresy”, “Wisła” y “Smok”. El primer presidente del club fue Bolesław A. Wysocki, que recibió de sus compañeros polacos un diploma especial por el servicio a la comunidad en el campo.
Los prisioneros de otras naciones también se adhirieron a la idea. Empezaron a crear sus propias federaciones y organizaron los juegos internacionales en Miranda de Ebro.